Secundaria

Adolescentes que odian leer en secundaria. ¿Qué pasa en primaria?

Adolescentes que odian leer en secundaria. ¿Qué pasa en primaria?

Que las criaturas obligadas a estar escolarizadas hasta los 16 años sienten poca inclinación por la lectura es un hecho que, como profesora de Lengua y Literatura, me resulta especialmente hiriente. Cuando llegan con 12 años al instituto, algunos de estos adolescentes que odian leer en secundaria ya lo detestaban en primaria, pero me da la sensación de que en el instituto, en lugar de sumar adeptos a la causa, vamos perdiendo lectores por el camino. El último experimento lo hice en una de mis sustituciones, cuando al presentarme ante cuatro nuevos grupos a mitad de curso, les pasé un cuestionario sobre intereses personales, como si del primer día de septiembre se tratase. Además de querer saber qué series ven, qué tipo de grupos musicales adoran y qué Youtubers o redes sociales los mantienen enganchados, en medio de ese batiburrillo de modernidades inserté algunas preguntas para conocer sus hábitos lectores y el resultado fue bastante desalentador.

¿Qué dicen los adolescentes que odian leer en secundaria?

Ante la pregunta de cuál es su libro favorito, muchos respondieron directamente que no tienen ninguno, que no les gusta leer, que no leen mucho, que no lo recuerdan, etc. Los que parecían hacer un ejercicio de memoria extraordinario, se retrotraían casi a la más tierna infancia para hacer memoria de algún cuento que les hubiera impactado, o alguna saga popularísima como la de Harry Potter. Muy pocos daban respuestas “esperables” para su edad, afirmando leer sagas juveniles como la originada en Wattpad, que ha logrado un gran éxito entre esta franja de edad, la trilogía A través de mi ventana, de Ariana Godoy, la colección Blue Jeans y algunos otros que se confesaban apasionados del manga. Fin. Ante la propuesta de hacer una lectura en voz alta de la versión adaptada de El lazarillo de Tormes en clase, casi entran en pánico. Unos sostenían que así no se enteran de lo que leen; otros que ellos no pensaban leer en voz alta. Curiosamente, no se quejaban ni de la antigüedad del libro, ni de la elección, sino del mero hecho de tener que leer en el aula. 

El fomento de la lectura en educación primaria

Los colegios que conozco creo que hacen una buena labor en lo referente al fomento de la lectura entre los alumnos más pequeños. Por ejemplo, en el colegio de mis hijos, desde los 3 años, mientras van llegando todos los alumnos a clase de forma escalonada, los primeros tienen un rincón de lectura donde escogen el cuento que quieran, se sientan en el suelo, en cojines, en butacas, etc. y ojean (con esta edad ninguno lee) aquellas historias que les llamen más la atención. En primaria, a partir de los 6 años, dedican la primera media hora del día a la misma tarea: mientras van llegando y la maestra organiza el día, tienen el mismo sistema que en infantil, si bien es cierto que aquí van leyendo de verdad y se intenta que no cambien de libro hasta que lo hayan terminado. Esto hace que los compañeros de mi hija de 8 años sean bastante buenos lectores. No se les impone nada, cuentan con libros diversos apropiados para su edad (si te digo que el primero que eligió mi hija fue un diccionario ¡en inglés! Podrás entender la libertad que se les da) y en casa, deben leer a diario al menos 4 páginas del libro que ellos quieran, ya sea del colegio o propio. Sí, tener que leer estas 4 paginitas puede considerarse un deber, una obligación, pero es que da igual que lean lo que quieran, con lo cual, la penitencia es bastante ligera. Mi hija no es una niña especialmente disciplinada y con este método ha leído los primeros libros de la colección de Anna Kadabra y actualmente está enganchada a la serie de Los compas (¡la influencia de YouTube!) pero el caso es que con 8 años lee mucho más al cabo del año que mis alumnos de 15.

El ejemplo de las familias ¡también para los adolescentes!

Puede que no sean los padres, pero sí los abuelos, o los tíos o los hermanos mayores. Generalmente, si hay algún adulto lector en su entorno, los niños tienden a imitarlo. Me pasa ya con mi hijo pequeño que, sin saber leer todavía, coge sus libros para sentarse a mi lado cuando me ve con los míos. También dedicamos un rato para leer con ellos en la cama, antes de acostarse, y así, mi criatura mayor, que no es especialmente lectora, ha leído conmigo El conde Lucanor entero (yo pensaba que no se enteraba de lo que leíamos, entre la nocturnidad y el contenido… ¡pero sí comprendía todas las moralejas! Y fragmentos de Fortunata y Jacinta porque está en una edad en la que le encanta la pelea entre ambas por Juanito  Santacruz, o la retahíla de palabrotas de los ambientes marginales de Málaga en la novela Sur, de Antonio Soler. Por supuesto, no son libros infantiles, ni puedo dárselos sin supervisión, pero a ella le encanta sentirse mayor leyendo lo mismo que lee su madre y, al final, todo suma para lograr ese objetivo de que no sea una de esas adolescentes que odian leer en secundaria. ¡Ya veremos si lo conseguimos!

Por supuesto que no todos tenemos las mismas aficiones, pero es que la lectura, más allá del deleite que nos pueda suponer como actividad incomparable de ocio, es básica para la adquisición de una serie de habilidades que nos van a facilitar el día a día a nivel académico, profesional y personal. ¿Qué pasa con esas personas que, al recibir un extracto bancario con sus movimientos mensuales, no son capaces de discernir dónde están los datos importantes y leen a pies juntillas todo el texto que contiene la carta, desde sus propios datos personales hasta las notas al pie en las que se ofrece la información acerca del registro empresarial de la entidad bancaria? La comprensión lectora no se logra de la noche a la mañana, y esto puede hacer que en tu vida adulta, puedas comprender una comunicación escrita con un vistazo en diagonal de 20 segundos o que dediques media hora a descifrar qué te están queriendo decir.

¿Cómo es la relación de tus alumnos con la lectura? ¿Tienen un buen hábito lector ya creado? ¿Les das mucho margen para que puedan leer sobre aquello que prefieran con tal de que lean?

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1 Comentario

  • Responder
    Macarena
    21 febrero 2022 at 10:28

    Para mi el verbo leer no admite el imperativo, ya sea eligiendo libro o no. Es una actividad más, como cualquier otra, que puede gustar o no. Además el hecho de desarrollarla no te asegura ser capaz de entender en un futuro un extracto bancario o cualquier otro documento. Para mí el fomento de la lectura es la causa principal de que a los jóvenes no les guste leer.

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