Secundaria

Mis alumnos de secundaria dicen…

Mis alumnos de secundaria dicen…

Te contaba hace unos días que ser tutor en secundaria no está pagado, literalmente si hablamos de los profesores sustitutos en Cataluña, porque no tenemos derecho a cobrar este complemento hasta que alcanzamos los 3 meses en el mismo centro. Sin embargo, entre la vocación y esos momentos tremendamente divertidos que podemos vivir con el alumnado, ¡eso sí hace que la profesión merezca la pena!

De vez en cuando, voy subiendo a Instagram algunas de sus ocurrencias de las criaturitas que me rodean pero, ahora que empiezo a hacer balance de este primer curso como sustituta, hay algunas que quiero recoger aquí para la posteridad, puesto que me impactaron especialmente por lo inesperado de las mismas. Y es que mis alumnos de secundaria dicen cosas asombrosas, que muchas veces nos llevan por derroteros reflexivos que no están estrechamente vinculados con la lengua en sí. 

Me muevo tanto porque me he tomado un chupito de Dalsy antes de venir

Que en plena quinta ola, tras los temidos contagios de la navidad, un alumno que habitualmente no para quieto en clase te suelte esta joyita a las 8 de la mañana ¡no tiene precio! En primer lugar, porque si la criatura tenía síntomas de algo, dado el panorama sanitario en el que vivíamos, hubiera sido más acertado quedarse en casa y no venir automedicado a clase. En segundo lugar, ¡porque precisamente para este chico eso no era excusa! ¡Si no puede parar quieto en la silla a ninguna hora de ningún día! Pero como justificación para no llevarse una regañina mayor ¡le salió de lujo! ¡Qué risas!

Yo vendré a clase cuando me salga del coño

La primera, en la frente. Mi primera sustitución del curso y, tras 2 semanas de conocimiento mutuo, me encuentro un día con una nueva alumna en clase. No era tal, sino una chica muy, muy absentista, que venía al centro cuando se alineaban los astros y no tenía algo mejor que hacer. Eso sí, sin ordenador, ni mochila, ni libros, ni libreta, ni bolis. Nada de material para ver las clases pasar sin apenas rozarla. Al no encontrar a su profesora habitual, se vino hacia mí para interrogarme acerca de mi identidad. Le expliqué que era sustituta, pero que ya hacía medio mes que estaba allí y a ella no la había visto jamás. Al querer saber por qué no había venido a clase en tanto tiempo me espeto su “Yo vendré a clase cuando me salga del coño”. Y olé. El exabrupto fue tan impactante que no supe si echarme a reír o sancionarla. Al final opté por pedirle que se sentara pacíficamente y que aprovechara la clase de castellano para ampliar su vocabulario. El día en que me fui, incluso trajo un boli y tuvo a bien realizar algunos ejercicios en las hojas que le llevaba impresas. ¡Pena que no pudiéramos avanzar más juntas!

No escalfo que me rompo

¡El bilingüismo tiene cosas así! La mayor parte de los alumnos que he tenido han nacido ya en Cataluña pese a que, por el tipo de centros que me han asignado, muchos de ellos procedían de familias no catalanoparlantes y el castellano tampoco era su lengua materna. De entrada, se manejan mejor en castellano, pero como la inmersión lingüística en Cataluña solo contempla el uso de esta lengua en la materia de castellano, ellos tratan de salir adelante con pastiches lingüísticos de este tipo. Estábamos en la fiesta de navidad, había una carrera que salía del instituto y acababa volviendo a él, pero más que como tutora, yo estaba allí como madre: apuntalando dorsales con imperdibles; custodiando abrigos; almacenando móviles, etc. Cuando de repente, uno de los alumnos de mi tutoría, ante mi sorpresa al verlo parado y sin hacer ningún tipo de calentamiento previo a la prueba, me soltó esta oración en catañol: “No escalfo, que me rompo” traducida “No caliento porque me rompo (lesiono)”. En fin, no sé qué tendría que decir el profesorado de Educación Física ante su estrategia ni la docente de catalán respecto al extranjerismo aplicado.

Con la profesora anterior no hacíamos nada

¡Un clásico! Cuando empiezas una sustitución, hay titulares que te informan al dedillo sobre todo y otros que te dejan solo ante el peligro. Los alumnos lo saben y si por ellos fuera las horas pasarían en un trance de inutilidad y trabajo nulo. Da igual que tú les digas que sabes que van por el Renacimiento en literatura, el análisis sintáctico de la oración simple o que les toca empezar el texto descriptivo. Ellos lo negarán; intentarán que hagas un repaso de eso que se supone que ya han debido aprender; dirán no saber ni qué es Classroom y jurarán no haberlo usado en todo el curso; en el colmo de la colaboración te dirán cosas como “hagamos como que tú eres una profesora de guardia y no una sustituta, ¿vale?”. Pues no, no vale. Y ojo, que este curso he estado en un centro en el que el jefe de estudios incluso cuadraba las guardias para que, si era posible, te tocara hacerla con alumnado al que le correspondiese clase de tu materia y así pudiesen avanzar en el temario. ¡Una joya de la organización! 

Si nos pegaras, te haríamos más caso

Este es uno de esos temas que me llevaban a perder la hora de clase para tratar de que no justificaran lo injustificable. Cuando un nutrido grupo de tus alumnos de secundaria te dicen que contigo hablan, se levantan y están algo inquietos porque no les pegas, lógicamente quieres saber qué profesor los agrede para conseguir ese silencio. Ninguno, claro, porque con todos se portan igual, pero sí pertenecen a familias donde la disciplina ha entrado a base de palos y están súper convencidos de que por mucho que te quieran, si no les cascas de vez en cuando no harán lo que les pides (que básicamente se reduce a estar sentados, en silencio y levantando la mano para pedir el turno de palabra). Así se creó un debate intenso entre los defensores del guantazo a tiempo y los que reniegan de este tipo de violencia en la educación y, ante este intercambio de posturas, ¿cómo vas a seguir explicando los diptongos como si no hubieses escuchado esa frase?

Sí, la profesora ha dicho que volverá el miércoles, pero ¿y el jueves? ¿Quién vendrá el jueves?

He tenido grupos que han estado bastante desatendidos durante todo el curso porque la profesora a la que me tocó sustituir cogió diversas bajas, faltaba de forma intermitente, sin que fueran los días suficientes para enviar a un sustituto, y los chicos no acababan de centrarse con la materia. Tenían la sensación de ir por libre (algo que en secundaria no es factible para la inmensa mayoría de estudiantes) y de repetir una y otra vez el tema del último día, hasta que se volviese a producir una nueva desaparición. Así, al llegar mi último día de sustitución, algunos de ellos me hacían esta pregunta: “Sí, ella te ha dicho que se incorporará el miércoles, pero ¿y el jueves?”, porque daban por hecho que volvería a sus desapariciones, sus idas y venidas y volverían a quedarse solos. Curiosamente, el equipo directivo les daba la razón. ¡Cómo lo captan todo a la primera cuando les interesa!

¿De qué otras maneras te han sorprendido a ti esas cabecitas pensantes? ¿Son los reyes de las excusas?

Seguro que también te puede interesar

Sin comentarios

    Deja una respuesta

    A %d blogueros les gusta esto: