Oposiciones

Dejar el trabajo para opositar. ¿Razonable o una locura?

Dejar el trabajo para opositar

Para comenzar el post de hoy, conviene dejar claro que esta es una opinión muy personal (como todas las que escribo) publicada con la humilde intención de ayudar a quienes se encuentran ante la tesitura de encarar el principio de una oposición y con base en mi propia experiencia como trabajadora a tiempo completo, con hijos pequeños y opositora al cuerpo de docentes de secundaria. Lo especifico para que, si ves paralelismos entre nuestras historias, puedas tener claro mi punto de partida y así tomes la mejor decisión teniendo en cuenta tus circunstancias personales. Dejar el trabajo para opositar es muy tentador y estuve a punto de hacerlo cuando cogí el temario por primera vez, me apunté al Máster en Formación del Profesorado ¡y se declaró el estado de alarma por la pandemia de coronavirus! Había hecho muchas cuentas acerca de cómo organizar mis días de estudios, la planificación de mis semanas y me había dado un margen de 2 años y medio para lograr mi plaza. Todo me parecía muy complejo de compatibilizar, pero verme encerrada con mis hijos en casa mientras teletrabajaba y estudiaba fue un suplicio. Tanto es así que, una vez superadas esas primeras semanas, tuve claro que no quería dejar el trabajo para opositar. ¿Por qué? Pues ahora mismo te lo cuento.

Haz cuentas a largo plazo y valora el posible estrés por no tener ingresos

No repetiré otra vez lo que pienso del dinero que cuesta opositar, pero sí la relevancia que tiene ajustar tus expectativas a tus ingresos actuales. No es lo mismo empezar a opositar si eres el cabeza de familia que si aún vives con tus padres y solo debes cubrir unos pocos gastos prescindibles; si tu pareja también trabaja y tu sueldo es el menor en casa; si dispones de ahorros de los que tirar durante esta temporada (ojo, que nadie nos garantiza el aprobado a la primera y los ahorros no duran eternamente). En definitiva, yo tiraría por lo alto y, aunque esté haciendo todo lo posible por lograr esa plaza en el primer intento, soy consciente de que no todo juega a mi favor. Mis oposiciones se convocan cada 2 años, con lo cual ¿y si esos 2 años iniciales se convertían en 4? ¿Y si dejaba mi trabajo, no lograba mi plaza y no encontraba otro trabajo que pudiera medio conciliar con la oposición y la familia? Antes de dejar tu puesto, optaría por valorar una reducción de jornada (ojo, una reducción real, porque muchas empresas aprovechan la reducción para rebajar el salario, pero no las horas ni el número de tareas que hay que abordar en cada jornada) o incluso una excedencia, si tu convenio lo permite. En mi caso, decidí seguir adelante con mi trabajo pero apuntándome a la bolsa de interinos de Cataluña. De esta forma, dejaría mi trabajo actual si me ofreciesen una sustitución en mi especialidad, por ridícula que fuera, a fin de entrar en el sistema e ir sumando puntos de experiencia en la educación pública, pero no abandonar mi puesto actual de la noche a la mañana porque nunca sabré qué me deparará el futuro. A estas alturas de mi película, voy camino de los 2 años de ser opositora, madre trabajadora en terreno ajeno al de la oposición ¡y sobrevivo como puedo! Para mí, la perspectiva de verme sin ingresos fijos durante 2 o más años era muy agobiante y una carga mental con la que no quería bregar.

Dejar el trabajo para opositar ¡y a vivir relajadamente!

Así me visualizaba en aquellos primeros meses antes de decantarme por seguir trabajando. Si dejaba mi trabajo me levantaría temprano, estudiaría, llevaría a mis hijos al colegio, dispondría de una barbaridad de horas para seguir estudiando mientras ellos hacían su jornada escolar y, una vez recogidos a la hora de la merienda, haríamos vida familiar, tendríamos la casa siempre perfecta y todo sería paz y armonía durante estos años. ¡Error! Me conozco y en mí se cumple ese famoso dicho de que cuanto menos haces menos cosas quieres hacer. De hecho, cuando creía que estaba saturadísima en la vida ¡me dio por opositar! Y fui capaz de manejar un máster y el inicio de mi preparación como opositora, cuando un año antes apenas tenía tiempo ni para leer por placer 10 minutos al día. Me he dado cuenta durante este tiempo de que, en ocasiones, cuanto más tiempo tienes, más pierdes y peor te organizas, hasta el punto de que hay quien rinde en 2 horas lo que otro en 6. Porque ¿de verdad te pasas todo el día estudiando? ¿Son todas tus horas de estudio de calidad?

Dejar el trabajo cuando se acerque la oposición

Durante otro periodo, creía que esta sería la mejor opción: ir trampeando en mi día a día agónico, pero allá por el mes de mayo de 2022 (se supone que mi proceso selectivo comenzará en junio) centrarme en exclusiva en la fase final, porque ¡esa plaza será mía! Estaba súper motivada (y lo sigo estando, esto no ha variado en todos estos meses), deseando cambiar mi vida profesional y en mis mejores sueños centrarme en la oposición me haría vivir más feliz, prepararme con más alegría y aumentar mis posibilidades de éxito. Pero ¿y si no? ¿Y si la cosa se tuerce? ¿Y si mi falta de experiencia como opositora hace que no supere el proceso completo? O peor ¿y si apruebo sin plaza? Resultaría que estaría sin trabajo igualmente, después de haber tenido que bregar 2 años y medio con mi jornada habitual, para acabar dejándolo en el último minuto y no haber logrado el objetivo.

Como ves ¡hay pensamientos para todos los gustos! Lo que puede resultar acertado para mí puede ser un despropósito para ti. En mi caso, para poder mantener el trabajo mientras oposito, me he tenido que planificar el periodo de oposición a dos años y medio vista. Si decides dejarlo todo para opositar, este tiempo podrás reducirlo muchísimo, porque dispondrás de todas las horas del día para organizarte sin trabas. 

¿Qué decisión has tomado en este sentido? ¿Te da pánico no disponer de ingresos durante tanto tiempo? ¿O vas a invertir cada minuto de estos meses o años en la oposición?

Seguro que también te puede interesar

Sin comentarios

    Deja una respuesta

    A %d blogueros les gusta esto: