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Día de la madre para una mamá opositora: orgullosa de mí

Día de la madre para una mamá opositora

Hace ya 7 años que el primer domingo de mayo me corresponde un regalo extra, aunque como mis pimpollos aún son pequeños es mi opomarido quien se encarga de la sorpresa. Hoy voy a dejar de lado toda la modestia políticamente correcta, pero no para gritar que me merezco un monumento por el esfuerzo que hago en la actualidad como madre trabajadora a jornada completa y opositora, sino con la esperanza de que otras madres (o padres) que hayan superado la idea de que son demasiado mayores para opositar, de que su oportunidad ya pasó o se auto limiten con pensamientos que les hagan creer que no serán capaces de afrontar un proceso tan exigente como el de la oposición, conozcan una historia real, de una persona normal, que se metió de cabeza en este disloque. A pesar de estar aún a medio camino, sigo con las expectativas muy altas y confiando plenamente en mis posibilidades. Y es que el Día de la madre para una mamá opositora me ha hecho reflexionar y sentirme orgullosa de los pequeños pasos que he ido dando.

Madrugar o trasnochar. ¿Creías que no serías capaz?

Hace 14 meses que me bajo de la cama sobre las 5 de la mañana (un poco antes, en las rachas peores, y algo después en las mejores). Los días siguen teniendo 24 horas para las madres opositoras, y cuando tienes cargas familiares, trabajo, otras responsabilidades y no te puedes permitir que la oposición se convierta en el centro de tu vida, lo normal es que debas rebuscar horas de estudio en franjas que hasta ahora no existían para ti. Comienzas a ver la noche y la madrugada con otros ojos, porque es ahí donde suelen estar esos momentos de silencio, sin obligaciones familiares, que puedes dedicar a tu preparación de forma realmente productiva. Ya te conté que de lunes a viernes, raramente puedo disponer de más de 2 horas de estudio, y los fines de semana remonto para alcanzar hasta 20 horas semanales. Quizás creas que tu cuerpo no aguantará, y es cierto que el descanso es fundamental, pero si sustituyes el visionado de series hasta la medianoche y te acuestas en horario escolar, tu cuerpo se adaptará pronto a la rutina. Yo me miro, no me reconozco y creo que esto de madrugar es un hábito que seguiré manteniendo cuando la oposición pase, porque me ayuda a vivir más y a aprovechar mejor cada día.

Máster+oposición ¡el más difícil todavía!

¡Y sobreviví a esa odisea! Si ya era complicado opositar con trabajo e hijos, súmale el Máster en Formación del Profesorado, que es requisito imprescindible para poder opositar al cuerpo de docentes de secundaria. Así es que al mes y medio de empezar con el temario de la oposición, inicié las clases, posteriormente el exigente periodo de prácticas y por fin ¡TFM presentado y prueba superada! Durante esta etapa, mi dedicación a las oposiciones se redujo a la mitad muchas semanas, porque el máster también tenía sus exigencias, pero a toro pasado, empiezo a creer firmemente en el dicho de que cuantas más cosas haces, más puedes hacer. Pasé de quejarme porque no podía estirar más mi vida cuando solo trabajaba y criaba, a meterme en un desafío académico que me ha enseñado a optimizar mucho mejor el tiempo.

Las notas de una madre estudiante

No las de la oposición, que esa etapa aún está por superar, sino las del máster. En mi promoción éramos 1.100 estudiantes, que se dice pronto, y si bien muchas personas consideran esta formación un mero trámite y un sacacuartos (algo que no niego en parte) lo cierto es que las calificaciones no eran las mismas para todos. Cuando mis compañeros incluso suspendían algún examen, o se quejaban de las bajas puntuaciones dadas por docentes que consideraban muy exigentes, yo saldaba mi cuenta con un sobresaliente e incluso una Matrícula de honor en la que fue considerada por todos como la asignatura más dura del programa. Este expediente no vale para nada, porque con un 5 pelado todos vamos a tener el mismo título, pero a nivel personal no puedo negar que me enorgullecí al comprobar que no me he oxidado con el paso del tiempo, y que cuando una madre pone interés en algo no hay jovenzuelo que le haga sombra. Nunca lo hubiera creído pero la madurez que te da la propia vida puede jugar muy a tu favor en un proceso como el de la oposición.

Temario y programación a la velocidad de la luz

Uno de los “defectos” que noto en muchos opositores de los de “jornada completa” y “todo el día estudiando” es que pierden una infinidad de tiempo en mini detalles que no van a marcar las diferencia. Como madre opositora esto nunca me pasará, y no precisamente porque no sea perfeccionista (yo también puedo rayar la obsesión cuando quiero las cosas bien hechas) sino porque la falta de tiempo me lleva por la vía práctica. Lo primero que aprendí en 2020 fue ese gran lema de “Hecho es mejor que perfecto” y en mi lucha contrarreloj ha resultado que esas tareas que consideraba mejorables, han sido muy bien valoradas por ojos expertos ajenos a los míos. Esto me ha animado a ser aún más productiva, de forma que enseguida tuve mi temario personalizado finalizado y listo para estudiar, al que no le cabe ya ninguna modificación, porque el tiempo invertido no sería realmente rentable (a no ser que resucite Cervantes u ocurra algún hecho de similar trascendencia en mi ámbito de conocimiento). También con la programación he volado al elaborarla: lo importante era escribir, y escribir para después revisar y pulir, pero no atascarme en la justificación del proyecto o en el color que voy a poner al fondo de las celdas de la tabla. A no ser que seas de la especialidad de Visual y plástica (y creo que incluso para ellos tampoco) el tribunal no va a entrar en honduras a la hora de valorar tus esfuerzos en diseño.

Los niños, bien, gracias

En el Día de la madre para una mamá opositora, el estado de los opohijos es fundamental. Es satisfactorio comprobar que ya ha transcurrido la mitad del tiempo que había planeado invertir en esta carrera de fondo y que ambos siguen estupendamente: claro que quieren meterse con mamá en el despacho en los momentos menos adecuados, que se quejan por no compartir algo más de tiempo juntos o porque mis fines de semana están muy limitados para hacer planes espectaculares (aunque creo que la pandemia incluso me ha servido de excusa en este aspecto, porque con tantos confinamientos perimetrales, no es que mamá no quiera ir a un parque de atracciones, es que no se puede). Ya no tengo ese temor de perderme 2 años de su infancia, como pensaba cuando os hablé de las renuncias que todos los opositores debemos hacer. No pasarán a la historia como los años más apasionantes de nuestra vida familiar, aunque 2020 no será recordado así por ninguna familia, pero de ahí a creer que les he amargado la existencia durante este tiempo, que han sufrido privaciones o han estado desatendidos, va un trecho muy largo. Soy un rollo de madre pero aún sigo pendiente de ellos la mayor parte del tiempo que no están en el cole, desde que se levantan hasta que se acuestan, por lo que no creo que guarden un recuerdo de madre totalmente ausente durante este periodo.

Y hasta aquí, mi homenaje a las madres (y padres) que se envalentonaron un día y se atrevieron a dar el paso de cambiar su situación profesional en pos de mejorar otros aspectos de su vida. ¿Qué tal se te ha dado a ti la vida como mamá opositora? ¿Mejor o peor de lo que habías imaginado?

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