He dejado pasar el mes de septiembre para que no nos martiricemos con los excesos del verano, pero lo cierto es que tras año y medio como opositora cargo con 19 kilos más que antes de iniciarme en esta aventura. ¡Una barbaridad! Y ¿es el estudio el responsable de todo? Claramente no, pero a mí me ha desestabilizado muchísimo y, si bien he mantenido siempre la motivación al máximo, la ansiedad, la falta de sueño y de organización han arruinado los buenos hábitos que había conseguido establecer unos meses antes. En septiembre de 2019, recurrí por primera vez a un equipo de nutricionistas porque aunque siempre he tenido sobrepeso, había pasado de la obesidad de tipo I a la de tipo II a un ritmo vertiginoso. No puedo culpar a los embarazos ¡porque adelgacé con ambos! Supongo que cuidaba más lo que comía, que los niños me suponían un gasto extra de calorías y salía del paritorio estupenda (dentro de mi complexión ya de por sí desbordante). El inicio del año 2020 lo llevaba bien, pero con el estado de alarma y la pandemia ¡todo se fue al traste! Y así es como el encierro en familia y las horas de sedentarismo estudiando me llevaron desde los inicios a engordar durante la oposición.
Los niños no querían comer sano
Con las nutricionistas no llevaba una dieta estricta, sino que se centraba en un cambio de hábitos sostenibles de por vida. Semanalmente me preparaban un menú súper completo y saciante con productos saludables. Al principio, mis hijos comían los mismos platos que yo, con pequeñas adaptaciones (por ejemplo, si yo tenía calabacín a la plancha, a ellos les hacía una crema de calabacín y todos felices). Pero con la pandemia no sé qué cambió en sus cabecitas, porque pasaron de aceptarlo todo a no querer comer prácticamente nada definido como sano que no fuera fruta. Solo querían alimentos procesados o caseros, pero de tipo pizzas, hamburguesas, sándwiches y de las sopas y los macarrones no había manera de sacarlos. Fueron casi 3 meses muy estresantes, en los que no me veía con fuerzas para bregar con el encierro y con la elaboración de una comida diferente para cada miembro de la familia. Con tal de no escuchar quejas y ver caras de asco durante las 24 horas, acabé cediendo a sus peticiones y ¿qué pasó conmigo? Pues que no me merecía la pena ponerme a elaborar platos solo para mí, por lo que acababa comiendo cualquiera de estas cosas inadecuadas para salir del paso. ¡Tremendo error!
Tantas semanas encerrados en casa
Antes de haber empezado a perder peso con las nutricionistas (por cierto, se me fueron 9 kilos en 7 meses sin ningún tipo de pena, comiendo supervariado y con recetas muy sabrosas) ya había buscado un par de horas a la semana para salir a caminar a paso ligero. En una hora andaba entre 7-8 kilómetros, de manera que me aireaba, veía la calle y hacía una actividad saludable ¡a solas! Los 2 primeros meses de mi preparación para la oposición mantuve este hábito e intenté que fueran 3 horas semanales, pero no podía encontrar más minutos. Escogí caminar porque me ahorraba la cuota del gimnasio y la inversión de tiempo en idas y venidas: salía por la puerta de casa y mi tiempo empezaba a contar. Con el estado de alarma todos nos quedamos encerrados y cuando volvimos a pisar la calle, mi organización brillaba por su ausencia: estaba con los exámenes finales del primer semestre del máster del profesorado, adelantando mi trabajo ajeno al mundo de la educación para cuando tuviera que compaginar las prácticas del máster e invirtiendo en la oposición todos los minutos que arañaba al día. Ya no podía madrugar más (me seguía levantando a las 4 de la mañana) y los horarios de trabajo de mi marido eran incompatibles con el cuidado de los niños. Unidos a los calores del verano, la pereza acumulada… En fin, que se me hizo bola el tema del deporte y la báscula comenzó a dispararse.
El agobio por compaginar el máster, el trabajo, la casa ¡y la oposición!
La falta de sueño ha sido tremenda durante algunos meses en los que me he tenido que levantar a las 4 de la mañana para poder llegar a todos los frentes que tenía abiertos. Esto me generó mis primeros momentos de ansiedad (ya te conté lo bien que me vino la meditación en esta etapa) y en mi caso la ansiedad va unida a engullir lo que tenga a mano. Que si una chuchería de los niños porque me lo merezco; que si pobrecitos, que están deseando un helado (y yo otro); que si la niña quiere improvisar una fiesta temática sin motivo y ella no concibe una celebración sin porquerías… Al cabo de la semana, las excepciones habían sido muchas, por lo que la culpa de engordar durante la oposición no era de la inactividad física durante el tiempo de estudio, pero ¿por qué había vuelto a recaer en la pereza y en el engullir por ansiedad?
Como ellos comen en el colegio ¡me ahorro la cocina!
Cuando acabó el verano, con los niños de vuelta a los menús sanos del colegio, pensé que encarrilaría mis hábitos alimenticios. Pero no. Esta fue la peor etapa de todas, porque de octubre a diciembre estuve realizando las prácticas del máster en un instituto, por lo que no tenía tiempo ni de comer a mediodía. Desayunaba a las 7 de la mañana y entre el camino de ida y el de vuelta, la salida del instituto se me juntaba con la recogida de mis hijos del colegio. A las 5 de la tarde, cuando llegábamos a casa, yo no tenía espíritu, ni ganas de ponerme a cocinar y almorzar. Además de que debía ocuparme de los niños y recuperar el trabajo atrasado de ese día. En seguida empezaba el bucle de bañeras, cenas y acostar niños. ¿Iba a ponerme a cocinar para tener la comida lista al día siguiente? No, porque estaba muerta de cansancio y también necesitaba acostarme a la misma hora que ellos.
¿De dónde voy a sacar tiempo para hacer deporte y no engordar durante la oposición?
Mi hijo pequeño aún no dormía del tirón y en cuanto se acostaba ya estaba calculando a qué hora se me despertaría esa noche, por lo que procuraba acostarme lo antes posible para asegurarme al menos 3-4 horas de sueño continuado. El tiempo para recuperar el deporte también escaseaba porque mis horarios seguían siendo pésimos: no iba a salir a andar por la calle antes de las 4 de la mañana ni después de las 10 de la noche en invierno. El resto de la jornada la tenía ocupada en el resto de asuntos y los fines de semana ¡siempre ocurría algo! Entre las visitas familiares, la recuperación del trabajo y el estudio perdido durante la semana, los confinamientos escolares o las clases de francés de mi marido, las horas desaparecían sin haber podido disponer de un minuto para mí misma.
Un nuevo objetivo: conseguir mi plaza y bajar de peso
Por si fuera poco el objetivo de obtener plaza a la primera y convertirme en funcionaria ¡he añadido otro desafío! Y es que esta situación no puede ser sostenible y lo peor es que la báscula, en verano, empezó a mostrarme un peso mayor casi cada semana. Sé que mucha gente cambia de hábitos por estética, pero como físicamente nunca me veo del todo mal (yo no sé cómo puedo mantener esa moral con semejante cuerpo, pero mira, al menos esto no se me ha convertido en una nueva carga de conciencia) y me cuesta tanto organizarme, prefiero no comer y saltarme todas las comidas del día (lo sé, una táctica muy perjudicial) que incluir la alimentación entre mis obligaciones diarias. Así es que ya desde mediados de agosto he rehecho mi horario de estudio semanal para encajar esas 2-3 horas de deporte a la semana ¡y el plan de 5 comidas saludables! Como ya no tengo que madrugar tanto para estudiar, porque al menos la dejadez en otros terrenos ha dado frutos espectaculares en el estudio del temario, la elaboración de la programación y demás, las saco a primeras horas de la mañana durante los fines de semana o mientras espero a que los niños acaben sus actividades extraescolares. ¿Cuántos kilos perderé desde aquí hasta junio? Sobrarme, me sobran 30 (redondeando una mijita al alza), pero espero bajar al menos los primeros 10 y sobre todo ¡no volver a recaer con la ansiedad y la comida compulsiva!
¿Tú también has visto que tu peso se desbordaba por la oposición? ¿O has notado algún empeoramiento en otra parcela de tu salud física o psíquica?
2 Comentarios
Anna
3 octubre 2021 at 09:26Mucho ánimo! No sé en qué punto estás ya que no consigo ver la fecha de la publicación, pero te deseo muchísima suerte! Estoy segurísima que el esfuerzo valdrá la pena. No te rindas y a seguir!!
Profesora de secundaria
4 octubre 2021 at 13:48¡Hola! Pues se supone que la próxima convocatoria de secundaria en Cataluña saldrá publicada en enero para realizar las pruebas a partir de junio de 2022, así es que ya estoy a las puertas de mi oportunidad. Y espero llegar al final ¡al menos con salud! ¡Muchas gracias por los ánimos!