Si hago un esfuerzo por rememorar mi infancia, mi adolescencia y hasta mi etapa universitaria, eso de los materiales propios creados por un maestro o profesor, o no existía o los alumnos no éramos capaces de detectar su presencia en el aula. Desde que cursé el Máster en Formación del Profesorado, el odio al libro de texto y la fiebre por la creación de materiales propios comenzó a propagarse a mi alrededor. Cuando inicié el periodo de prácticas en un instituto público y mi tutora me cedió el ejemplar de 2º de ESO y el de 1º de Bachillerato, los cursos a los que yo asistía, siendo de editoriales distintas, me parecieron manuales muy útiles, actuales y no supe si pensar que esta profesora había seleccionado los mejores libros de entre todos los posibles, o es que realmente los libros de texto no son tan terroríficos como la nueva moda creativa quiere hacernos pensar. En mis primeras experiencias como profesora sustituta con ellos, esto es lo que he vivido en mis carnes.
Sigue el libro de texto y déjate de improvisar
Me pareció una recomendación demasiado clásica pero, en realidad, si vas a estar 2 semanas, un mes o un tiempo breve en un centro, seguir el libro que haya elegido el profesor precedente te ayudará a: no salirte del currículo; a que tus alumnos tengan un punto de referencia claro sobre dónde encontrar su material el día en que tu sustitución se acabe y desaparezcas de sus vidas sin previo aviso; a no descuadrar la programación que hubiera hecho el titular; a ahorrar tiempo en tu día a día, porque hasta el día anterior a tu incorporación no sabrás a qué grupos darás clases, en qué punto del temario están y te llevará muchas horas diseñar actividades propias, si tienes poca experiencia aún como docente y no puedes recuperar algunas genialidades que ya hayas utilizado con anterioridad. Yo he trabajado con libros de Vicens Vives, Santillana y Barcanova que me han parecido estupendos. Con actividades novedosas, variadas y que con el poco tiempo del que disponemos para preparar las clases entre gestión burocrática y gestión burocrática, yo no hubiera podido diseñar mejor. Otro punto a tener en cuenta cuando eres sustituto es que si las familias han invertido en la compra del libro ¡úsalo! Porque de lo contrario empezarán a llegar las quejas, y con razón, por haber hecho un desembolso para que las criaturas no lean ni la portada.
Tus materiales propios ¿son propios de verdad?
Como fan absoluta de algunas cuentas de Instagram que me parecen súper creativas, me encantan las propuestas que otros compañeros ponen en práctica y que voy guardando para ese momento en el que tenga la posibilidad de controlar un curso de principio a fin y pueda asombrar a mi alumnado con ellas. Sin embargo, en mi primera sustitución, la profesora titular me dijo que, aunque ella no seguía el libro de texto (en noviembre los alumnos aún no tenían ni la clave de acceso a su versión digital ¿para qué se hizo el desembolso entonces?) yo podía hacerlo para facilitarme la vida. Pero ella “siempre creaba sus propios materiales”. Rebusqué por su zona en el departamento a ver qué podía encontrar para inspirarme y al consultar con los compañeros del departamento más en profundidad sobre el tipo de recursos que creaba mi titular, me explicaron que no, que crear no creaba ninguno, porque lo que ella consideraba materiales propios son la fotocopia y el escaneado de diversos libros de otras editoriales de los que sacaba ideas para clase. O sea, el alumnado compraba un libro que de septiembre a noviembre nunca abrieron en el aula, mientras diariamente se le iban entregando fotocopias de aquí y de allá de los ejemplares de otras editoriales para el mismo nivel. Y a eso lo llamaban creación de recursos propios. A mí que me lo expliquen en profundidad, porque no veo ni su creatividad ni su autoría intelectual por ninguna parte. Es más, en otros centros en los que he estado a posteriori, tenían la prohibición expresa de fotocopiar cualquier tipo de libro.
El odio al libro de texto ¡con el currículo hemos topado!
En función de las libertades que te otorguen en tu centro, podrás innovar más o menos en el aula. Esto es así. Hay direcciones (y profesores) obsesionados con el currículo oficial y con cumplir la programación anual de aula en su totalidad, por lo que el odio al libro de texto se vuelve en tu contra, ya que allí está todo tan bien ajustadito… En el último centro en el que estuve haciendo una sustitución, un centro de máxima complejidad de muy difícil desempeño, a las dos semanas decidí que quizás mis alumnos de 3º de ESO quedarían faltos de conocimientos sobre literatura medieval, pero antes que el dominio de las jarchas y los cantares de gesta debía conseguir que aprendiesen a levantar la mano y esperar su turno, para no intervenir en clase a grito pelado como si estuviesen vendiendo género en un mercadillo. Sí, esto aparece en nuestra normativa como competencia transversal de tipo personal y social, pero para trabajarla en ese centro se requería una paciencia y una cantidad de tiempo dedicado que por fuerza la longitud del currículo se iba a resentir. Del mismo modo, en entornos educativos más manejables, existen actividades muy motivadoras, pero que requieren una inversión de horas tremenda, por lo que el profesorado siempre navega entre dos aguas: fascinar a los alumnos o cumplir con las directrices del centro y del departamento de educación.
En definitiva, no es lo mismo saber que ocuparás tu plaza en un mismo centro durante todo un curso que hacer sustituciones cortas en las que mientras te ubicas y logras que el alumnado coja cierto ritmo ¡se te acaba tu estancia y te ves en una nueva presentación, en un nuevo centro! Además, incluso cuando tienes una plaza fija, hemos de reconocer que el número de horas no lectivas sería muy bueno para preparar recursos propios, pero ¿cuántas de estas horas nos quedan libres de verdad para dedicar a los alumnos entre formularios, justificaciones, incidencias y demás papeleo, físico o digital, que se ha de completar a lo largo de cada semana de clase? ¿A qué bando perteneces? ¿A los odiadores de libros? ¿A los que los valoran adecuadamente? ¿O a los que intentan innovar pero sin renunciar a la seguridad y facilidades que nos ofrecen las editoriales?
Sin comentarios