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Opositar para vivir mejor. De autónoma a profesora de secundaria

Opositar para vivir mejor

Criticar los motivos ajenos para preparar una oposición es un terreno fácil para encontrar argumentos con los que arremeter contra las personas que aspiran a un puesto fijo, a un salario digno y a una estabilidad en sus vidas, a costa de pasar las pruebas de este tipo de proceso de selección, pese a no sentirse motivado, no valer para dedicarse profesionalmente a la rama en la que han adquirido una plaza de funcionario de por vida… Supongo que habrá ejemplos de todo tipo dentro del amplio mundo de los opositores, pero dudo de que la mayoría de las personas que optan por este camino, en el que nada está regalado, todo es a largo plazo y con obstáculos a cada instante, se metan de lleno a opositar para vivir mejor sin tener en cuenta otros aspectos más hondos que el del sueldo y los días de vacaciones.

No me avergüenzo de reconocer que opositar para vivir mejor es uno de los motivos que me empujan en mi carrera de fondo para convertirme en profesora de secundaria. Pero no, no siempre quise ser funcionaria y es precisamente mi experiencia laboral de casi 20 años en terrenos de lo más variopinto lo que me ha hecho elegir libremente el someterme a la preparación de unas oposiciones y cambiar radicalmente mi profesión anterior. Hoy os voy a contar algunos de los motivos de peso que me han hecho dar el paso de dejar atrás mi vida actual como autónoma, que pienso mantener al menos hasta que consiga mi plaza, y hacer todo lo que esté en mi mano por convertirme en profesora de secundaria de Lengua española y Literatura.

Un trabajo vocacional y motivador

Por suerte, pese a los diversos cambios de trabajo que he experimentado en mi vida, si dejo de lado los que eran meramente necesarios para mantenerme mientras compaginaba mis estudios de licenciatura primero (como cajera y reponedora en un supermercado) y de doctorado después (trabajando a tiempo parcial en una juguetería) el resto de mi vida laboral ha sido querida y deseada. Desde mi incorporación como investigadora a proyectos de I+D sociológica en la universidad, pasando por la generación de contenidos de actualidad para diversas webs, o por mis funciones de community manager, relaciones con clientes, etc. cada trabajo que he aceptado ha sido con el objetivo de comprometerme al 100% y dar lo mejor de mí misma. Esto ha hecho que todos hayan sido puestos duraderos en el tiempo, a pesar de que haya cambiado para mejorar tanto profesional como económicamente. De pequeña, mis padres siempre me dijeron que debía escoger una profesión que realmente me gustase, puesto que es una actividad a la que le vamos a dedicar al menos un tercio de nuestras horas diarias (cuando no más, tal y como estamos en España, pasando de una crisis a otra sin descanso). Y este consejo se me quedó grabado a fuego en la memoria. Por suerte, he podido escoger trabajos relacionados con mi formación periodística, pese a que en realidad me apasionase más la docencia, a la que no pude dedicarme, como te conté el día de mi presentación. Por eso, al decidir opositar para vivir mejor, no iba a dar un paso en falso, invirtiendo mi tiempo en cambiar mi trayectoria para elegir de nuevo un rumbo alejado de lo que verdaderamente me motiva y me ilusiona: ser profesora de secundaria en Lengua española y Literatura. No niego que haya gente capaz de superar todo el proceso de una oposición teniendo una motivación nula, pero ¡qué pena de vida les esperará dedicándose a algo que no les apasione! Y lo malo es que justo en este sector, en el que tratamos de formar a adolescentes, a mentes aún maleables y que deberían tener la oportunidad de ser guiados por profesores entusiastas que les transmitan el gozo por aprender, los chavales pueden topar con un peñasco de este estilo. Aunque tampoco creo que sea la tónica habitual.

Opositar para vivir mejor y conciliar

No voy a decir que el sueldo de profesora de secundaria no me importe, porque no vivo de las rentas precisamente. Pero dentro de mis planes para opositar, y considerando que el salario que se ofrece actualmente en España para esta categoría del funcionariado me parece digno, aunque no excesivo, no es uno de los puntos que me convencieron para dar este cambio de rumbo a mi vida profesional. Sin embargo, sí tuvieron un peso mayor las ventajas respecto al horario laboral y las mejoras que podré disfrutar en lo que a la conciliación familiar se refiere. El día en que obtenga mi plaza (que ojalá sea en un máximo de 2 años como de forma tan optimista he estimado) en la zona en la que resido lo habitual es que los horarios de instituto sean de 8 de la mañana a 14:30 de la tarde, con jornadas de 35 horas semanales. A día de hoy, me daría igual que fueran de 40 o más, porque si vieses mis horarios como autónoma ¡todo te parecería bueno al lado de este desbarajuste de vida! La suerte es que justo esta flexibilidad es la que me ha permitido criar a mis hijos: trabajando de lunes a domingo, dedicándome a otras cosas por las mañanas y recuperando la jornada laboral de madrugada o en días festivos, prescindiendo de las vacaciones… Pero los niños han ido creciendo y en mi situación actual valoro más una jornada rígida, que me posibilite el recogerlos del colegio y pasar con ellos las tardes y las noches, sin tener que dividir mi tiempo entre los niños y el trabajo a saltos, a cualquier hora del día o del fin de semana. Si tu trabajo te permite gestionar mejor el resto de tu vida, no cabe duda de que rendirás más y mejor en todos los ámbitos.

La seguridad laboral del funcionario y los derechos laborales

En relación con lo anterior, nunca he temido por la falta de oportunidades laborales, pese a que inicié mi vida profesional encadenando una crisis económica con otra, y claramente el periodismo no era una de las carreras con mejores perspectivas de futuro cuando la cursé. Sin embargo, al ser madre el peso de la responsabilidad de tu familia cae con mayor fuerza sobre tus hombros, de ahí que piense que nunca se es demasiado mayor para opositar. Mientras yo he trabajado mis últimos años como autónoma y con ingresos muy variables, mi marido lo ha hecho por cuenta ajena, siempre en la misma empresa y con una estabilidad envidiable. No le han regalado nada, siempre ha estado sobrecargado de trabajo, estresado, viajando, durmiendo fuera de casa y haciendo todos los esfuerzos posibles para rendir al máximo. Somos responsables y comprometidos por naturaleza, pero la llegado de los niños ha acentuado esta peculiaridad. Hasta el punto de que contar con la seguridad laboral de un puesto como profesora de secundaria en el sector público me permitiría desempeñar mi profesión de una forma más desahogada. Y es que los contratos laborales en España han ido a peor y la presión sobre las familias no hacen más que aumentar y ahogar a los trabajadores. En el sector público no te regalan nada, y debes hacer el tremendo esfuerzo de opositar para vivir mejor, para luchar por esa plaza que tanto anhelas, pero una vez conseguida, todo habrá merecido la pena. En lo relativo a los derechos laborales (jubilaciones, pensiones, paro, etc.) ¡ni te cuento! Como becaria, investigadora y ahora como autónoma que lleva 19 años sin ponerse enferma y reincorporándome al trabajo a los 7 días de haber tenido a mis hijos, puede que estos asuntos no te inquieten en plena juventud, pero ¡hay cuando la vida pasa!

Y a ti ¿qué te motivó a prepararte para superar una oposición?

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