Es lógico pensar que ser profesora de secundaria y las clases con adolescentes son un binomio indisoluble. Sin embargo, no sería la primera vez que algún alma cándida e ilusionada topa con la realidad de los centros de enseñanza españoles y sufre la desmotivación del siglo. Para muestra, ya te comenté la semana pasada la tremenda experiencia narrada en el libro Crónica de un profesor de secundaria, así es que si quieres desmotivarte antes de empezar ¡ese es tu libro!…
Entiéndeme, aún soy profesora en prácticas, hago lo que puedo trabajando de otra cosa, gestionando el Máster en Formación del Profesorado con mi preparación como opositora y madre, y ya tengo una edad en la que me cuesta creer en los cuentos de hadas, en los finales idílicos y en esa realidad edulcorada que nos embauca en nuestros años de tierna juventud. Por eso, pensé que me vendría bien leer experiencias ajenas de docentes en activo y bajo el título…
Debo confesar que yo empecé a estudiar para la oposición por libre y con el sistema tradicional que había utilizado toda la vida mientras hacía la carrera, el doctorado, el máster ¡para todo! Un sistema sin nombre, o al menos yo no sabía que pudiera asignarle alguno, que se basaba en resumir el contenido que tenía que estudiar, reelaborarlo de forma ordenada y memorizarlo. Sí, nunca he sido de subrayar, ni de hacer esquemas, ni resúmenes, del resumen, del resumen,…
Contra tus conocimientos sobre el temario, tus habilidades en la defensa de pruebas prácticas, tu expediente académico y tu puntuación en el baremo si tu proceso se trata de un concurso oposición, no habrá nada que pueda restarte puntos. Sin embargo ¿cuánto crees que podría beneficiarte o perjudicarte la elección de tu elemento de escritura para el que puede que sea el día más importante de tu vida? Sinceramente, no le di nada de importancia a este asunto, y pensaba…