Secundaria

Profesora de secundaria y las clases con adolescentes. ¿Entramos en pánico?

Profesora de secundaria y las clases con adolescentes

Es lógico pensar que ser profesora de secundaria y las clases con adolescentes son un binomio indisoluble. Sin embargo, no sería la primera vez que algún alma cándida e ilusionada topa con la realidad de los centros de enseñanza españoles y sufre la desmotivación del siglo. Para muestra, ya te comenté la semana pasada la tremenda experiencia narrada en el libro Crónica de un profesor de secundaria, así es que si quieres desmotivarte antes de empezar ¡ese es tu libro! Hemos estigmatizado a los adolescentes como la peor franja de edad en la actualidad. Parece que solo veamos defectos en ellos: falta de autocontrol, de respeto, de disciplina, de valores, comportamientos violentos, sexistas, racistas, desinterés por los estudios, sin perspectivas laborales, etc. Y si el profesorado se planta delante de ellos cargado con todos estos prejuicios ¿cómo vamos a lograr convencerlos de que ellos son el futuro? ¿Que son el principal valor del que disponemos en la actualidad? Por eso, cuando cuentas que te estás formando como profesora de secundaria y las clases con adolescentes van a ser tu pan de cada día, lo normal es que te tachen de loca y que tú misma empieces a cuestionarte si realmente has estado tan alejada de la realidad que no te habías percatado de semejante panorama hasta que pisas un aula por primera vez.

Madre y profesora de secundaria. ¿Un plus de conocimiento?

Ser madre y opositora, madre y estudiar el Máster en Formación del profesorado de Secundaria, madre trabajadora… en fin, la maternidad parece un obstáculo para todo lo que tenga que ver con el desarrollo profesional: principalmente, porque tus hijos demandan una cantidad de tiempo que, a no ser que tengas el don de la ubicuidad, no podrás dedicar a otras cosas. Sin embargo, cuando eres profesora de secundaria y las clases con adolescentes forman parte de tu vida, descubres que la maternidad te ha curtido y complementado tu perfil profesional con una serie de herramientas que otros profesores no lograrán tener hasta que el rodaje dentro de las aulas los lleve por ciertos derroteros. Conocerás perfectamente el funcionamiento del sistema educativo, porque lo vives en tus carnes con tus propios hijos; conocerás la infancia, al menos la de tus criaturas, lo que te permitirá ponerte en el lugar de esos padres de alumnos que a veces se sorprenden porque el comportamiento de sus hijos en el centro dista mucho del que tienen en casa; porque se sienten desbordados por la imposibilidad de conciliar la vida laboral con la personal; porque experimentarás su sensación de no llegar a todo; su sentimiento de culpa constante, etc. Y es que no hay nada como tener la capacidad de ponerse en la piel del otro para comprender en profundidad la casuística de cada familia.

Recordar tu propia adolescencia

¡Qué corta es la memoria! Y es que no hace tanto que nosotros éramos esos adolescentes e, incluso en el caso de quienes destacábamos por la formalidad y por ser muy buenos estudiantes, todos hemos tenido una revolución hormonal importante, unos intereses vitales que quizás no hayan estado siempre orientados a tener una vida académica o laboral perfecta, etc. Y como todas las etapas de la vida, la adolescencia también pasará. Por supuesto, no es lo mismo tratar con alumnos respetuosos, interesados y centrados, que con esos otros tarzanes que parecen no haber vivido en sociedad nunca hasta que han pisado el instituto. De todo hay en las aulas actuales. No debemos perder de vista el hecho de que viven una de las etapas más explosivas de sus vidas: cambios físicos, psicológicos, emocionales, nuevos estados mentales, nuevas amistades, responsabilidades, libertades, y visto en perspectiva, no resulta fácil manejar tamaño cambio de vida a una edad en la que la madurez que se les presupone no suele estar a la altura que se espera.

La desmotivación: el gran desafío

Unida a la falta de recursos para atender a la diversidad del alumnado. Porque más allá de que las criaturas de hormonas revolucionadas que pueblan las aulas sientan un absoluto desinterés por la Lengua castellana y la literatura ¿qué ocurre cuando ni siquiera tienen las habilidades suficientes para poder comprenderla? ¿Cuando requieren de una atención personalizada que no tienen y deben pasar 6 horas al día encerrados en un aula en la que sienten que la vida se les escapa? Claro que no van a pensar que su futuro puede estar entre esas cuatro paredes, y así comienzan otras tantas conductas disruptivas. Yo he llegado a ver a 20 de los 24 alumnos de una clase de 2º de ESO levantarse y pasear entre las mesas como si allí hubiésemos ido a charlar del tiempo y no se estuviese impartiendo una materia: que si me levanto para ir al baño; que si ahora voy a compartir ordenador; que si tengo que decirle algo a mi amigo, el de la otra punta, y no puede esperar… Son expertos en perder el tiempo y en lograr que una hora de clase no te rinda ni la mitad.

Si ahora acabo diciendo que los alumnos son lo mejor del actual sistema educativo ¿qué pensarías? Y es que esa es la opinión de la gran parte de docentes: la falta de recursos, de infraestructuras, la sobrecarga burocrática, la escasa implicación de las familias, la extensión de un currículo inabarcable, etc. Todo son escollos pero a la hora de valorar qué es lo que merece más la pena de esta institución todos destacan la figura del estudiante como lo que hace que la profesión tenga un valor incalculable. ¡Menos mal! Porque si los docentes siguen ejerciendo con esta vocación de servicio ¡aún hay esperanza para el sistema de enseñanza!

¿Qué tal es tu experiencia en el trato con adolescentes? ¿También pesan más los buenos momentos que los grandes dramas?

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