Oposiciones

Retomar la rutina como opositora y madre

retomar la rutina como opositora

Ni un madrugón, ni una noche de acostarme tarde, ni un minuto dedicados a retomar la rutina como opositora y madre durante este verano. Nada de nada. En estos 2 años y medio, mi planificación había sido casi perfecta hasta que en diciembre mi convocatoria de oposiciones de secundaria en Cataluña, programada para el verano de 2022, quedó anulada por la aparición del concurso de méritos para la estabilización de los interinos en fraude de ley. Ya te he contado varias veces a través de Instagram que justo antes de las navidades de 2021 desmonté mi chiringuito de estudio hasta ver cómo avanzaba el tema, porque ya llevaba casi 2 años de un tremendo esfuerzo diario que no podía perpetuar durante ¿cuánto tiempo más? ¿Otro año? ¿Otros dos? Por suerte, el haber comenzado a realizar sustituciones en cuanto me inscribí en la bolsa de interinos y haber podido encadenarlas hasta el final de curso, me dio mucho ánimo para seguir persiguiendo mi sueño: por lo menos tenía trabajo y buenas perspectivas para trabajar de forma habitual, pero una tremenda falta de tiempo porque, como sustituta, en cuanto tenía a mis alumnos controlados ¡me tocaba cambiar de centro! Y vuelta a empezar con la organización del trabajo diario, más mi familia, ¿qué horas me quedaban para opositar? Ninguna. 

Retomar la rutina como opositora sin agobios

Lo primero que decidí fue no sufrir por una situación que no podía cambiar. Cuando en diciembre encerré mis temas en el armario y olvidé mi programación oculta en el ordenador, fue porque no estaba en mi mano hacer nada. No iba a tener oposiciones en 2022, aún no se sabían las fechas para 2023 y quizás también habría convocatoria en 2024. Resumiendo, estaba a un mínimo de año y medio de distancia de la fecha más cercana para comenzar el posible proceso, con lo cual ¿iba a realizar un sacrificio al mismo nivel que el de los últimos 2 años? No. Para empezar, porque las primeras oposiciones serían diferentes a las conocidas hasta ahora: sin programación didáctica ni supuesto práctico, solo con la defensa de una unidad didáctica, de la que no se conocían sus requisitos, y un temario que sería el mismo de siempre ¡y que ya tenía en la cabeza! Además, en el sorteo se extraería una bola más (5 en lugar de 4) con lo cual, los 28 temas que ya tenía preparados en ese momento superaban el 92% de probabilidad de que saliera uno de los míos, ¿iba a dedicar año y medio a dar vueltas y más vueltas al temario? ¿A introducir nuevos temas con avaricia y sinvivir? Ni loca. Con lo pesados que se hacen los repasos, como para hacerlos eternamente. Pero incluso si hubiera decidido repasar sin fin, lo cierto es que el trabajo y la familia me absorbieron de una forma inesperada. Por este motivo, deposité mis nuevas esperanzas para volver a opositar en las vacaciones de verano.

Opositar en verano ¡con hijos en casa!

Para bien o para mal, iba a tener dos meses de descanso no remunerado en cuanto acabara el curso el 30 de junio. Con suerte, volvería a trabajar a principios de septiembre, pero lo importante era que al menos durante el mes de julio mis hijos acudirían al campamento urbano de su colegio, donde de 9 a 13 horas vivirían al aire libre, desfogarían energías y yo tendría este tiempo para retomar la rutina como opositora y madre. Pues bien, de las 900 plazas de campamento que ofrecía el ayuntamiento ninguna recayó en esta casa. Dadas las necesidades especiales de mi hijo pequeño, nos resultaría más traumático tener que llevarlo a un espacio nuevo, con profesionales distintos, además de resultarnos casi imposible encontrar un campamento al que ambos niños pudieran acudir juntos, para no perder toda la mañana con la logística de la ida y la vuelta. Así es que me pasé el mes de julio enterito yendo con ellos a la piscina municipal e intentando madrugar algo ¡sin conseguirlo! Con lo bien que me había ido mi plan de estudio de los dos primeros años ¿qué me estaba pasando? Pues que no encontraba tiempo de calidad, huecos de verdadera concentración y esto me hacía tener la constante sensación de que en realidad estaba perdiendo el tiempo y para eso me resultaba más rentable ocuparme en exclusiva de los niños. En agosto, entre las vacaciones familiares, olas de calor, visitas a parientes y que los niños aún seguían en casa, el panorama para estudiar no mejoró, así es que volví a retrasar mi vuelta a los temas hasta septiembre, porque del resto de pruebas de la oposición ¡seguimos sin saber nada!

Objetivo opositor: 2 horas diarias en septiembre

Al menos creo que tengo los pies en la tierra y que he estudiado mucho y muy sacrificadamente cuando he tenido tiempo material para hacerlo, pero también he aceptado con bastante optimismo estos periodos en los que no he conseguido hacer nada. Agobiarnos porque no avanzamos, porque sabemos que no estamos dedicando todo el tiempo que deberíamos a la oposición, o porque el resto de obligaciones nos absorben, no nos beneficia. Para septiembre debía tener desempolvados los apuntes de mis temas, lo único en lo que realmente podía avanzar sin conocer aún el resto de la convocatoria: comprobar cuánto había olvidado; qué temas quería descartar; cuáles quería incluir nuevos; cuáles habían quedado superbién fijados porque los había trabajado ya en clase con mis alumnos, etc. No hacía falta empezar justo el 1 de septiembre, podía adelantarlo un poco si los niños me daban tregua y sobre todo ¡tenía que volver a dejar la cama antes de que se levantasen mis hijos! En ello estaba cuando el 31 de agosto se produjeron las adjudicaciones de vacantes y sustituciones para el inicio de curso, ¡y me tocó algo! Algo buenísimo además: una vacante de media jornada para todo el curso en un instituto muy cercano a mi casa. La semana pasada me incorporé al nuevo centro y hoy sigo tratando de aterrizar tras acoger a mis alumnos, que en Cataluña han vuelto a las aulas el 7 de septiembre. 

Acepto estos primeros días de inestabilidad y de ruptura de mis planes para retomar la rutina como opositora y madre porque sé que es normal sentirse desbordada en estos primeros momentos en un nuevo centro, pero entre el horario que tengo asignado (me compactan la jornada para que tenga que desplazarme al instituto solo 3 días a la semana), el inicio del colegio de mis hijos y mi planificación especial para las mañanas del fin de semana, creo que puedo volver a mis dos horas diarias de preparación. Para empezar, ya he retomado los audiotemas para cuando me desplazo al trabajo, y antes de dormir he comenzado a releer algunos de los temas que mejor se me dan, aunque esas horas, tras el agotamiento de todo el día, no son ni de lejos las más provechosas para mí, y las desterraré del plan de estudios en cuanto logre articular un buen calendario que me permita aprovechar sobre todo las mañanas.

¿Cómo llevas la vuelta a la oposición tras el verano o tras cualquier otro parón importante en tu plan de estudio? ¿Te ves con ánimo para comenzar a estudiar? ¿O se te está haciendo muy cuesta arriba volver al buen camino?

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